3/31/2015

-u -abaco, -racias.

Desde tiempos inmemoriales, desde que Aristóteles, Sócrates y Platón se echaban sus partiditas de mus en la cafetería de la escuela aristotélica, e incluso puede que antes (a mí no me miréis, yo no estaba presente, nací un poquito más tarde), el ser humano ha estado intentando desentrañar las matemáticas, solucionarla del modo más fácil posible (ilusos, eso no existe) e inventando todo tipo de estratagemas y artilugios para poder alcanzar dicha meta. Sí, como imagino, todos sois más o menos de mi quinta... o por qué no, de la quinta de José Manuel, es posible que alguna vez hayáis oído hablar del siguiente mecanismo, el cual aún no sé si definir como mecánico o mágico, para poder hacer complejas operaciones matemáticas. Por si no lo habéis adivinado a través del críptico mensaje oculto en el título de la entrada, os hablo del ÁBACO.
Como podéis ver, observar, este artefacto, cuyos orígenes pueden estar localizados en la antigua Mesopotamia, hace más de 4.000 años, es tecnología punta, matemáticas al alcance de nuestros dedos. Compuesto por cuatro tablas de madera (el material y el color puede variar según la marca y el distribuidor, por favor, infórmese antes de comprarlo) entre las que se encuentran atravesadas numerosas cuentas de diversos colores en unos alambres. Dichas cuentas, como por arte de magia, podían moverse de un lado a otro del alambre (como podéis ver en la imagen animada que tenéis sobre este párrafo), pudiendo realizar, con este complejo movimiento, todo tipo de operaciones. Hasta aquí todo tipo de detalles técnicos sobre la fisiología del ábaco. Por muy tonto que os parezca, esta era la tablet de nuestros abuelos, incluso si le pintabas una manzana mordida y lo llamabas iAbacus, seguro que en esa época podías ganarte 3 perrillas vendiéndoselo a algún moderno de la época.
El uso del ábaco hoy en día no está muy al alza. Los chinos (seguro que fueron ellos... siempre son ellos) llegaron con sus inventos y dijeron: "¿Y si metemos el cacharrito este de madera y todos los demás inventos que sirven para hacer matemáticas en un aparatito mecánico y las vendemos en todos los TODO A 100 del mundo?", y de este modo llegaron a nuestras manos las calculadoras (la historia puede no ser de todo verídica), y tras su llegada, en las escuelas se produjeron dos movimientos radicales: los maestros empezaron a prohibir su uso en las clases (aunque ellos usaban la suya a escondidas en el cajón), y nuestro amigo el ábaco acabo relegado, de ser una indispensable máquina de calcular, a un simple juguete de colores para el alumnado de infantil.


Mas aguardad, no todo está perdido, pues al parecer en algunos centros el ábaco está empezando a resurgir. Por mi propia experiencia, en algunos centros están aplicando el método ABN para enseñar matemáticas, y con este método, la vieja escuela vuelve a resurgir poco a poco. Se usan tablas de calculo, se cuentan con los dedos y con palillos, y lo mejor de todo, el ábaco parece hacerse un hueco en los corazones del alumnado, y con suerte, también en sus mentes. A continuación os muestro un ábaco improvisado para calcular los "amiguitos del 10" en el aula de infantil de 5 años (correcto, estas cuentas no son de primaria, sino de infantil) en el CEIP Santiago el Mayor de Medina Sidonia, en la provincia de Cádiz.

Con suerte, en poco tiempo salís a la calle y seguro que veis a los niños en el parque, cada uno con su propio ábaco personalizado, que si pegatinas de Dora la Exploradora; que si de Frozen, que ahora está más de moda; que si cuentas de colores, para que no digan que el ábaco de mi hijo no es de nivel... Vamos, que si Steve Jobs levantase la cabeza, lo mismo me quita la idea del iAbacus...

Ahora os toca a ustedes, ¿se os ocurre alguna idea de como confeccionar vuestro propio ábaco casero?

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